El oído humano, evolucionado a través de millones de años, tiene una asombrosa sensibilidad que en la vida moderna pude resultar contraproducente. Un cazador africano puede oír el movimiento de un animal entre las hojas a cien metros de distancia, un niño de oído sano siente clara el zumbido de un mosquito tras la ventana. Sin embargo, este instrumento de tan alta sensibilidad es sometido hoy a ruidos que le resultan excesivos. Las consecuencias pueden ser y en número cada vez mayor de casos lo son desastrosas.
Una enfermedad moderna que según algunos especialistas, afecté en mayor o menor grado a más del 3% urbana del mundo industrializado, es el tinnitus. Cuando uno comienza a oír un ruido que más oye, generalmente un zumbido de alta frecuencia (como un radio mal sintonizado) es víctima de tinnitus. En casos extremos, esta desesperante dolencia puede incapacitar para el trabajo y requerir un tratamiento con sedantes, habiéndose recurrido al uso de aparatos que producen sonidos adicionales para “cubrir” el ruido. La creciente incidencia de este mal ha llevado a los científicos a estudiarlo con resultados desconcertantes.
Por mucho tiempo se ha creído que los “ruidos inexistentes” se producen en el oído interno de la persona afectada de Tinnitus, pero recientes estudios han confirmado que realmente son inexistentes, porque son producto de una impresión en el cerebro
¿Dónde se originan los ruidos que escucha la persona afectada por el tinnitus?