Tradicionalmente, la población andina había mantenido un patrón de asentamiento sobre el territorio que era disperso, aunque controlado por la autoridad política y las prácticas de reciprocidad y redistribución. Los colonizadores hispanos emprendieron una política de reasentamiento y concentración de la población en espacios urbanos que llevaron el nombre de reducciones. De acuerdo con su propia lógica, la concentración de la dispersa población andina tenía como ventajas:
I. Aumentar el control político y social hispano sobre la población conquistada
II. Facilitar los procesos de evangelización de las poblaciones indígenas
III. Reutilizar el patrón andino de uso del territorio en provecho de los hispanos