Cuando pésimas peliculas peruanas super taquilleras empezaron a salir, y yo la critiqué, un montón de gente (sobre todo economistas de esos que creen que pueden explicar el mundo con una calculadora) argumentó que estaba bien que se hicieran esas peliculas malisimas, porque eso fortalecia el mercado, generaba industria y acabaría por propiciar que se hicieran más peliculas de primer nivel. Mi opinión fue exactamente la opuesta. Y siento decirles que tuve razón. Antes de que esas terribles películas de infima calidad capturaran las pantallas, se habia producido una pequeña revolución en el cine peruano, incluyendo varios festivales de primer orden ganados, hasta un Oso de Oro en Berlin y una nominación al Oscar. Desde entonces, el número de grandes películas se ha empequeñecido y la basura se ha multiplicado. Es obvio y siempre lo fue: nadie aprende a ver buen cine viendo mal cine, asi como nadie aprende a disfrutar de la buena literatura leyendo mamarrachos. Quienes aplaudieron Asu mare, sepan que tienen parte de responsabilidad de la paisana Jacinta. El propósito medular del autor del texto es plantear que: