EL CABALLERO CARMELO
I. Había aceptado una apuesta para la jugada de gallos de San Andrés, el 28 de julio.
II. Una tarde, mi padre, después del almuerzo, nos dio la noticia.
III. Le habían dicho que el Carmelo, cuyo prestigio era mayor que el del alcalde, no era un gallo de raza.
IV. No había podido evitarlo.
V. Cambiáronse frases y apuestas; y aceptó.
VI. Molestose mi padre