«En el castillo que últimamente acaba de adquirir Lesbia, esta actriz caprichosa y endiablada que tanto ha dado que decir al mundo por sus extravagancias, nos hallábamos a la mesa hasta seis amigos. Presidía nuestra Aspasia, quien a la sazón se entretenía en chupar como niña golosa, un terrón de azúcar húmedo, blanco entre las yemas sonrosadas. Era la hora del chartreuse. Se veía en los cristales de la mesa como una disolución de piedras preciosas, y la luz de los candelabros se descomponía en las copas medio vacías, donde quedaba algo de la púrpura, del borgoña, del oro hirviente de la champaña, de las líquidas esmeraldas de la menta».
Luego de leer el fragmento del cuento «La Ninfa. CUENTO PARISIENSE» del libro Azul, de Rubén Darío, es correcto sostener que se aprecia