"Amaranta sintió un temblor misterioso [...] en el instante en que Remedios, la Bella, empezaba a elevarse. Úrsula [...] fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la Bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella [...] para siempre en los aires...".
Este fragmento de Cien años de soledad es un ejemplo de