Un río contaminado en un país desarrollado, aunque es, sin duda, grave, no suele implicar problemas dramáticos de salud pública, pues se dispone de medios económicos y técnicos para garantizar aguas salubres en las redes urbanas. Sin embargo, en los países empobrecidos o en vías de desarrollo, matar un río supone quebrar la salud y la vida de las comunidades que dependen de él. Primero, mueren los peces; luego enferman y mueren las personas, eso sí, en las comunidades más pobres y vulnerables. Por eso, la sostenibilidad de ríos, lagos, humedales y acuíferos es un reto de supervivencia para los países más pobres, más allá de un reto global de habitabilidad y calidad de vida para todos, en todo el planeta.
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En el texto, el término MATAR es opuesto a